jueves, 26 de diciembre de 2013

Aracnofobia


Hola, desconocido.
Si estás leyendo este diario probablemente estaré muerto. En tu mano está que se sepa lo que aquí ha ocurrido.

Cada final de curso, en esta facultad de ingeniería, es costumbre hacer una noche de Laser Tag para los estudiantes. En esta ocasión fue un engaño. Para cuando nos dimos cuenta, ya teníamos un charco de sangre frente a la zona de secretaría. Las armas eran reales.

Han colocado cargadores por toda la facultad. Algunos escondidos en papeleras, taquillas e incluso en cisternas de váter.

En los televisores donde normalmente exponen anuncios sobre temas referentes a la universidad ahora tan solo hay un mensaje con letras en rojo con fondo negro. 

LA PRUEBA HA COMENZADO

Han cercado todo el recinto con vallas de unos tres metros de alto. Seguimos teniendo electricidad. No conseguimos cobertura en los teléfonos. Tampoco hay internet en los ordenadores del centro. 

Nos han cortado la comunicación.


-Día 2-

Los de la asociación de deportes fueron los que más insistieron en que podríamos saltar la valla y salir. El resto no pensamos que fuera tan fácil.

Efectivamente. Pudimos ver cómo los que subían se paraban en seco y chillaban de dolor retorciéndose sin poder separarse de la valla. Escuchamos también disparos que abatieron a los que, más abajo, veían paralizados  a sus compañeros ser  electrocutados.
Tan solo quedaron unos cuerpos sin vida tirados en el suelo. Algunos de ellos humeando levemente.

Esto va en serio.

Esta misma noche nos hemos dividido en grupos de unas doce personas. Algunos se fueron a la zona del comedor, otros a las aulas de prácticas con ordenador. La mayoría se quedaron ocupando aulas de las cuatro plantas en que se divide el centro, sin incluir la zona del sótano. También marchó un grupo hacia los laboratorios. Hubo otro que fue hacia la copistería. Creo que con intención de intentar usar el fax.

Pasaremos la noche en el aula 306.


-Día 3-
                                                                         
Se nos ha acabado la comida que trajimos de casa. La hemos racionado tanto como hemos podido.

Una mitad del grupo ha ido a buscar las garrafas de los dispensadores de agua de los departamentos. La otra hemos bajado a los sótanos a por comida que hubieran dejado en cocina.

Ha sido un poco raro que ya hubiera paquetes de comida preparados esperándonos.


-Día 4-

¡¡MALDITOS BASTARDOS!!

¡ARAÑAS! En los últimos días sabíamos el rumor de que se habían oído golpes provenientes de los 
 laboratorios. ¿Estaban construyendo esto?

Nos atacaron en mitad de la noche. Entraron por las ventanas.

Para cuando dimos la alarma ya las teníamos encima.

Eran dos enormes arañas acorazadas. Eran poco más grande que la mesa del profesor y trepaban por las paredes con gran agilidad. El brillo de unas lentes apiñadas entre sí se dejaban ver donde debían tener los ojos. En lugar de boca discos de radiales giraban sin parar en diferentes direcciones y unas pinzas en
el frontal de abrumador tamaño.

Uno fue aplastado por las tenazas mientras pasaba por encima de otros dos, literalmente, clavándoles las patas como arpones. Estaban terminadas en puntas con la parte exterior muy afiladas.

Echamos mano a los fusiles pero no servía de nada. Las balas rebotaban sin más.

Los gritos y disparos alertaron al aula contigua, quienes, tal como entraron los primeros, fueron atrapados por las tenazas de la segunda criatura oprimiéndolos contra las cuchillas dejando tras de sí un baño de sangre y gritos.

Cargaron desde el exterior con un banco del pasillo a modo de ariete golpeando y echando a un lado a la criatura, dándonos una vía de escape.

Alguien pudo accionar el interruptor de la luz dejando ver mejor a lo que nos atacó.

El golpe que le propinaron a la anterior dejó fracturada tres de las ocho lentes.

Eran totalmente mecánicas. Al menos eso parecía, pues al hacer impacto en un hueco que pudimos ver a la luz en la zona de la cabeza se quedó esa cosa inmóvil produciendo desde dentro un agónico chillido de dolor.

Se movía después con más dificultad, dando tumbos a un lado y a otro. Aprovechamos ese momento de confusión para sacar a los heridos, salir de ahí y bloquear la puerta.

¡Aún hay esperanza!

Durante la noche se escucharon más gritos por toda la facultad.

De nuestro grupo original quedamos cuatro. Nos hemos unido a los que han sobrevivido del grupo vecino. En total nueve.


-Día 6-

Volvimos a la 306 para buscar las armas y cargadores de los ahora fallecidos. Desde el ataque nadie había entrado allí. Solo quedaban los cuerpos despedazados. Faltan tres.

Creemos que las arañas se los han llevado con ellas pero…¿para qué?

Hay rastros de unos hilos por el suelo. Son metálicos.
 
Hemos descubierto que los chalecos que nos dieron al principio tenían un transmisor de posición. Ahora les resultará más difícil encontrarnos.


-Día 8-

¡Nuestra primera victoria!

Tuvimos un nuevo encuentro en los sótanos. Fue solo una criatura.

Sin nuestros chalecos, le costaba mucho más apuntar y abalanzarse sobre uno de nosotros. La rodeamos y disparamos en el sitio clave, haciendo que volviera a chillar y tambalearse.
El siguiente tiro fue definitivo. Tal pronto como la bala penetró, la criatura se desplomó en el suelo.

Parece que ese hueco está hecho con un metal más débil.

Fue llevada como trofeo a la zona central del centro, donde todo el mundo pudiera verlo. Se acercaron muchos curiosos.

Fue la primera vez en todo este tiempo que vi a mi compañera sonreír. A partir de ahora al nombrarla la llamaré Ella.


-Día 9-

Accedemos a la petición de un grupo de veteranos de examinar el cadáver. Podríamos entender mejor a qué nos enfrentamos.

Seguimos encontrando provisiones en el mismo sitio. Alguien entra y sale sin ser visto. Hemos puesto guardia en la zona.


-Día 11-

Las arañas han sido mejoradas.

Estaba con Ella por la segunda planta cuando fuimos atacados. Eran cuatro esta vez. Una trepando por la biblioteca, otra en las columnas centrales y las otras dos en el mismo pasillo.

Se escuchó un mecanismo del interior de la que estaba en la columna y empezó a abrirse un hueco en su parte superior. ¡Le habían puesto una torreta a ese maldito bicho!. Nos tiramos cuerpo a tierra justo a tiempo antes de que empezara a disparar.

En cuanto sonaron disparos empezaron a llegar refuerzos. Conseguimos un tiro certero  en la que trepaba por la biblioteca, que cayó al vacío en cuanto empezó a tambalearse.

Mientras apuntaba a la que portaba la torreta, pude verlo. Las lentes fracturadas indicaban que fue la que
nos atacó la otra noche.

Las otras dos restantes sacaron sus respectivas torretas. Fuimos masacrados.

Cuando vieron que dominaban la situación guardaron el arma y pasaron a cuerpo a cuerpo. El pasillo se convirtió en una carnicería. Cuerpos agonizando por las heridas y vísceras y sangre repartidas por todas partes.
 
Una de las arañas intentó abalanzarse sobre Ella. La empujé y me agaché para evitar la pinza. Rodé hasta un lado cuando agachó la cabeza para cortarme con las cuchillas. Me acorraló contra la pared pero de pronto escuché un disparo y la criatura se quedó inmovil agonizando. Ella había cogido mi arma y disparado por detrás a la criatura. Era el momento para poder huir.

Los nuestros se veían cada vez más mermados en número y no parecía que fuéramos a tener buen final si nos quedábamos allí.

Ahora mismo la mayor parte de los supervivientes estamos en una de las aulas del sótano, aquellas donde hacemos habitualmente los exámenes. Estamos vigilando entradas y salidas. La única forma que pueden entrar es por las puertas.

Son demasiado grandes para los conductos de ventilación.

Estoy en un lado de la sala, recostado en un par de mesas con media pierna vendada. Cuando salimos de la trifulca me di cuenta que tenía el pantalón empapado en sangre. Las patas de esa cosa me han hecho cortes, no demasiado profundos, en la pierna derecha. Espero poder moverme bien en un par de días.

Hay más personas heridas. Algunos tienen miembros amputados. Otros parecen estar inconscientes.

Comenzamos dos mil personas. En esta sala puede haber unas cuatrocientas personas.

Ella no se ha despegado de mi en todo este tiempo. Ha sido quien me ha cosido y vendado las heridas más graves. Está sentada en una silla, en una mesa cercana a la mía, con la cabeza echada sobre los brazos durmiendo un poco.

Será mejor que haga lo mismo. Espero no tener esta noche ninguna sorpresa.


-Día 13-

Hemos encontrado muertos a los guardias que pusimos en el punto de recogida de suministros. Cada uno con signos de lo que parece ser una picadura o pinchazo de algo en los tobillos. No se escucharon disparos provenientes de aquel lugar en ningún momento. Encontramos el nuevo envío junto a los cadáveres.

Han estado repartiendo armas. Fusiles y cargadores para el que no tuviera, además de tuberías y llaves inglesas. Han repartido también unas bolsas con bolas de pintura en el interior. 
Con las mesas han formado unas barricadas en el exterior de las salidas del aula.

Han traído ordenadores de los pisos superiores. Hemos entrado en la red de cámaras de seguridad del centro. Tenemos visión total de la zona.

Los grupos de robótica fueron a echar una mano a los veteranos con los cadáveres de arañas.

Se ha comenzado a hablar de explorar los laboratorios. La mayoría rechaza la idea pues lo toman como algo suicida. El grupo que fue allí en los primeros días no ha vuelto y no hay constancia de que sigan con vida. Aún así han decidido averiguar qué está pasando en esa zona, ya que si conseguimos entrar en al menos una de las naves, tendremos más recursos con los que defendernos.

Han organizado un equipo de diez personas. Partirán en dos días.

El líder del grupo de veteranos ha dicho que por la mañana harán un anuncio importante.

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Comentario del autor
El relato continuará con una segunda parte si el público así lo pide, ya sea en comentarios o en los "me gusta" que ofrece esta plataforma.
De esta forma intento, aparte de ver la respuesta de los lectores, ofrecer una lectura más corta y, por tanto, menos pesada que si ofreciera la historia completa de una sola pasada.

lunes, 7 de enero de 2013

Danza nocturna

Esta ultima semana me vi obligado a hacer un largo trayecto por asuntos de trabajo, mas no fue extraño lo ocurrido en la ida, sino es en la vuelta donde radican mis ultimas noches en vela.

Los recuerdos no me dejan descansar, la cabeza me va a estallar y mi fatigado cuerpo duerme cuando tan solo puede caer agotado contra el suelo. No entiendo aún qué pasó.

El propio psicólogo me toma por loco, no cree nada de lo sucedido. Incluso lo toma por alucinaciones.
Al menos para los problemas de sueño me ha recomendado escribir en este pequeño diario lo ocurrido para que así pueda "volcar" lo que mi mente aún parece es incapaz de aceptar. Espero que funcione.

Volvía camino a casa por fin cuando, durante la tarde, comenzaron a caer algunas gotas. No me preocupé mucho, pues son frecuentes las lluvias ligeras por aquella zona. Lo que me sorprendió fue cuánto empeoró el tiempo en cuestión de un par de horas.

Cuando fue a más la tormenta que se estaba originando me vi obligado a refugiarme en un pueblo por el que pasaba cerca en ese momento. Allí al menos podría descansar un poco mientras amainaba la tormenta.

Era un sitio con pocos habitantes. Sus casas eran pequeñas, la mayoría contaban solo con la planta baja, donde posiblemente no residieran más de tres o cuatro personas. Fui buscando algún hostal o posada donde pudiera parar a tomar algo.

El hecho de que mi destino era uno de los edificios más grandes del pueblo ayudó a que acabara entrando en la que parecía una de las pocas posadas que había en este lugar.

Por dentro era una gran habitación que, a pesar de la lluvia, seguía teniendo algún que otro cliente. Incluso entraban más, empapados, conforme se acercaba la noche. Noté que estaban un poco apagados. Alguna conversación en las mesas, pero ninguna sonrisa en el ambiente.

El mobiliario estaba desgastado por el paso del tiempo y había alguna que otra mesa a la que no le hubiera venido mal una pasada con un paño húmedo. Pero bueno, no era un mal lugar. Me sorprendió encontrarme un modesto escenario en la esquina más alejada de la puerta. Posiblemente para algún artista itinerante que pueda ganarse la cena a cambio de un poco de entretenimiento.

Desde dentro se oía cada vez más agua caer, incluso tronar como nunca había escuchado. Recordé la ultima vez que intenté aventurarme con una tormenta menor que esta y me dejó al menos tres días guardando cama. Así que, finalmente, y a recomendación del encargado de la barra, opté por quedarme esa noche a dormir. Los caminos en noches así no eran seguros y aún tenían habitaciones libres.

Había un tablón en la entrada al que no presté mucha atención al llegar. Alguien que vendía un animal de granja, otro que buscaba alquilar un carro o uno que se ofrecía para arreglar cualquier desperfecto del hogar eran algunos de los anuncios que colgaban. Sin embargo, me llamó la atención uno en particular, una actuación. Estaba escrito a mano por el propio tabernero, según me explicó luego él mismo.
Al parecer vendría esa misma noche a actuar un joven violinista. No era la primera vez que tocaba allí y atraía a mucha gente por su talento, por lo que siempre era bienvenido.

Llegó la medianoche y el local se había llenado considerablemente de niños, hombres y mujeres. Parecía que todo el pueblo quería ir a verlo. El tabernero hizo que retiraran las mesas y sillas del centro, donde pusieron una pequeña lampara de aceite. No entendí que uso tendría, pues la poca luz que daba apenas era suficiente para un escritorio. Cerraron también la puerta, echando un enorme tronco de madera a modo de cierre y siendo custodiado por dos de los hijos del tabernero. Parecía como si no quisiera que nadie interrumpiera la actuación, como si no quisieran que nadie entrara...o saliera.

Creo que me vieron nervioso, pues incluso me invitaron a una copa e intentó darme conversación un joven junto a la barra mientras esperábamos. Esta era la primera vez que él vería a ese misterioso violinista. Desde luego parecía más animado que el resto de personas. Daban la impresión de estar deprimidos o tristes. Menudos ánimos para escuchar a un músico.

Pasados un minutos, se hizo el silencio en la sala y tan solo se escuchaban unos pasos bajar la escalera.
Era un joven alto, de buen porte, delgado y pálido. Como si lo hubieran acabado de enterrar. Llevaba consigo un pequeño estuche de madera, donde supuse que traería el instrumento. Pasó por detrás mía y una sensación fría me recorrió la espalda.

Mientras subía al escenario el tabernero me aviso que participara solo si me veía capaz, el violinista tiene un "toque" especial en sus actuaciones. ¿Pero capaz de qué?¿Qué era eso de un "toque"?

Algunos se quedaron sentados en las sillas, junto a los niños. Otros, sobre todo hombres, se pusieron en el centro, alrededor del candil. Por lo pronto preferí mantenerme un poco al margen y me senté cerca de la barra mientras algunos muchachos apagaban las luces de la sala.

El violín a simple vista estaba muy gastado, se veía muy viejo. Creí ver unas inscripciones en los laterales del mismo, pero no estoy seguro. El arco que usaba se le veía incluso algunas cerdas rotas. Aún estaba extrañado sobre el material que usaba ese "afamado" violinista.

En el momento que posó el arco sobre el violín, dijo unas oraciones en una lengua que desconocía y empezó a tocar. De pronto, la débil luz del candil tomó fuerza y brotó inundando toda la sala. Nuestras sombras se proyectaban confusas en la pared. Casi caigo al suelo del susto. Al menos no fui el único sorprendido. El joven con el que hablé antes se encontraba en el centro del lugar maravillado por lo que acababa de ver. No esperaba algo así de un simple violinista. Aunque ya comprobé que éste no lo era.

Mientras tocaba, su expresión seria y su actitud formal se transformaron completamente. Ahora mostraba una sonrisa y no paraba de bailar. Aun teniendo el violín encima y los bruscos movimientos que hacía, no se equivocaba una sola vez. Nunca había escuchado ritmos como ese pero nos llamaba a todos a bailar. Tenía un... ¿toque?. Sí, sería eso a lo que se referiría el tabernero. Toda la sala estaba animada. Los niños daban palmadas y en el centro todos estaban a la par que el músico. Lo que antes era un apagado local de caras tristes ahora era toda una festividad.

Al menos ya me estaba relajando un poco y me propuse ir al centro con los demás. Aún no entendía porqué las madre no dejaban a sus hijos entrar en ese circulo central.

Cuando me levanté vi algo que me horrorizó. No cabía en mi mismo. Su sombra, su propia sombra estaba bailando de otra forma diferente, ¡como si tuviera vida propia!. A los que bailaban les empezó a pasar lo mismo. Estaba a mitad de camino para entrar en el circulo, paralizado por lo que estaba viendo. Intenté girarme y vi que mi sombra, ahora estaba proyectada en la pared. Intentaba empezar a bailar.

El joven me vio ahí petrificado, sin saber qué hacer, y de un tirón me metió dentro del circulo. Estaba asustado, dando saltos, mirando a todos lados. Tan solo veía sombras por todos lados. Ya no distinguía a la mía.

Pensé que me lo habría imaginado, a causa de la bebida o el cansancio, y bailé con los demás. Preferí no darle importancia. Notaba una extraña sensación que me recorría incitándome a continuar.

Creí escuchar dos violines a la vez cuando volví la vista al violinista de nuevo y confirmé que no eran imaginaciones mías, ahora creía con certeza que me estaba volviendo loco. Su sombra se había separado del cuerpo y estaba junto a él tocando su propio violín, negro como el azabache.

Intenté avisar a quien estaba a mi lado pero se me cayó encima. Tenía los ojos en blanco y no se le proyectaba sombra alguna. Uno a uno de los que estábamos en el circulo fuimos cayendo al suelo, a la vez que se iba llenando el lugar de espectros que continuaban bailando lo que sus antiguos dueños.

Intenté salir corriendo de ese circulo de brujería, pero en cuanto llegué al borde tan solo recuerdo despertar pegado al techo, mirándome a mismo tirado en el suelo. Me inundó por dentro un sentimiento que me empujaba a bailar con los demás y vi al resto de sombras.... en el centro al rededor del candil... ¡siendo los únicos iluminados por su luz!. ¡Eso es! A los que estaban sentados no les llegaba apenas luz suficiente. No al menos tanta como los que bailábamos. El caso es que me sentía ligero, muy ligero y...feliz, pero era una felicidad extraña, no sabría cómo explicarlo pero cada vez quería más, que nunca acabara.

Desde luego no sé si me volví loco....espero que no...pero creo que volvería a repetirlo.

El sonido de los instrumentos inundaba el local, cada persona que se introducía a bailar con las sombras caía presa de ese "hechizo".

Todo esto duró hasta que los primeros rayos de luz de la mañana empezaron a entrar por la ventana. Rápidamente, el violinista, con una última canción más lenta, mientras volvía a pronunciar palabras en ese misterioso lenguaje hizo atenuarse la llama del candil hasta consumirse y hacer volver a su sombra a su lugar original. Y con ésta, las demás siguieron el ejemplo, volviendo a sus respectivos cuerpos.

Mientras despertaba pude ver que una de las rezagadas no podía volver a su cuerpo. La luz de la mañana cubría ya a su propietario y sonaba un chillido animal cada vez que la intentaba atravesar.
El violinista, serio y frío como un tempano de hielo de nuevo, fue a prisa a tapar la luz con una capa que había junto al cuerpo para que éste pudiera despertar.

Al despertar me encontraba mareado, confuso y con un mar de dudas. No podía siquiera levantarme. Vi a algunos que incluso estaban vomitando. El tabernero se alegró que hubiera podido aguantarlo, pues los más jóvenes no lo suelen pasar muy bien cuando despiertan, y menos aún siendo la primera vez.

Según parece llevaba tiempo sin venir. La ultima vez un chico no pudo resistirlo y otro perdió su sombra.

¿Y qué pasaría si pierde su sombra? La sombra es donde se aloja el alma. Donde con esta música, uno se une y se encuentra consigo mismo, donde puede limpiarse de todo lo negativo, donde puede ser feliz.

Al menos eso me explicaron mientras me llevaron a la cama, estaba sin fuerzas. Me tranquilizaron diciendo que es común al principio. A la mañana siguiente volvería a estar bien.

Y así fue. Al día siguiente me encontraba increíblemente bien, además de encontrarme extrañamente alegre. No recordaba cuándo fue la ultima vez que pasó eso.

Bajé a pagar lo que le debía al tabernero y preguntarle sobre el misterioso personaje de la noche pasada, pero éste decía no saber nada de lo ocurrido. Aseguraba que todo fue como siempre, una noche tranquila. En el tablón no estaba el anuncio. Uno de los clientes que estaba allí desayunando recordé haberlo visto la noche anterior y ahora no sabía tampoco sobre qué le estaba hablando.

Eché un último vistazo a la taberna antes de irme. No era la misma. Se respiraba un ambiente más alegre. Los clientes sonreían. Incluso yo al marcharme lo hacía.

Cuando volví a casa todo fue diferente. Me pasaba el tiempo pensando en lo que allí ocurrió, buscando una explicación. Ahí empezó a ocupar mi mente, a no dejarme pensar en otra cosa.
Incluso he intentado volver al mismo sitio, pero dicen no saber de lo que hablo.

Siento como si algo en mí quisiera volver a experimentar eso, esa sensación que sentí en aquel momento que parecía casi....adictiva.