jueves, 26 de diciembre de 2013

Aracnofobia


Hola, desconocido.
Si estás leyendo este diario probablemente estaré muerto. En tu mano está que se sepa lo que aquí ha ocurrido.

Cada final de curso, en esta facultad de ingeniería, es costumbre hacer una noche de Laser Tag para los estudiantes. En esta ocasión fue un engaño. Para cuando nos dimos cuenta, ya teníamos un charco de sangre frente a la zona de secretaría. Las armas eran reales.

Han colocado cargadores por toda la facultad. Algunos escondidos en papeleras, taquillas e incluso en cisternas de váter.

En los televisores donde normalmente exponen anuncios sobre temas referentes a la universidad ahora tan solo hay un mensaje con letras en rojo con fondo negro. 

LA PRUEBA HA COMENZADO

Han cercado todo el recinto con vallas de unos tres metros de alto. Seguimos teniendo electricidad. No conseguimos cobertura en los teléfonos. Tampoco hay internet en los ordenadores del centro. 

Nos han cortado la comunicación.


-Día 2-

Los de la asociación de deportes fueron los que más insistieron en que podríamos saltar la valla y salir. El resto no pensamos que fuera tan fácil.

Efectivamente. Pudimos ver cómo los que subían se paraban en seco y chillaban de dolor retorciéndose sin poder separarse de la valla. Escuchamos también disparos que abatieron a los que, más abajo, veían paralizados  a sus compañeros ser  electrocutados.
Tan solo quedaron unos cuerpos sin vida tirados en el suelo. Algunos de ellos humeando levemente.

Esto va en serio.

Esta misma noche nos hemos dividido en grupos de unas doce personas. Algunos se fueron a la zona del comedor, otros a las aulas de prácticas con ordenador. La mayoría se quedaron ocupando aulas de las cuatro plantas en que se divide el centro, sin incluir la zona del sótano. También marchó un grupo hacia los laboratorios. Hubo otro que fue hacia la copistería. Creo que con intención de intentar usar el fax.

Pasaremos la noche en el aula 306.


-Día 3-
                                                                         
Se nos ha acabado la comida que trajimos de casa. La hemos racionado tanto como hemos podido.

Una mitad del grupo ha ido a buscar las garrafas de los dispensadores de agua de los departamentos. La otra hemos bajado a los sótanos a por comida que hubieran dejado en cocina.

Ha sido un poco raro que ya hubiera paquetes de comida preparados esperándonos.


-Día 4-

¡¡MALDITOS BASTARDOS!!

¡ARAÑAS! En los últimos días sabíamos el rumor de que se habían oído golpes provenientes de los 
 laboratorios. ¿Estaban construyendo esto?

Nos atacaron en mitad de la noche. Entraron por las ventanas.

Para cuando dimos la alarma ya las teníamos encima.

Eran dos enormes arañas acorazadas. Eran poco más grande que la mesa del profesor y trepaban por las paredes con gran agilidad. El brillo de unas lentes apiñadas entre sí se dejaban ver donde debían tener los ojos. En lugar de boca discos de radiales giraban sin parar en diferentes direcciones y unas pinzas en
el frontal de abrumador tamaño.

Uno fue aplastado por las tenazas mientras pasaba por encima de otros dos, literalmente, clavándoles las patas como arpones. Estaban terminadas en puntas con la parte exterior muy afiladas.

Echamos mano a los fusiles pero no servía de nada. Las balas rebotaban sin más.

Los gritos y disparos alertaron al aula contigua, quienes, tal como entraron los primeros, fueron atrapados por las tenazas de la segunda criatura oprimiéndolos contra las cuchillas dejando tras de sí un baño de sangre y gritos.

Cargaron desde el exterior con un banco del pasillo a modo de ariete golpeando y echando a un lado a la criatura, dándonos una vía de escape.

Alguien pudo accionar el interruptor de la luz dejando ver mejor a lo que nos atacó.

El golpe que le propinaron a la anterior dejó fracturada tres de las ocho lentes.

Eran totalmente mecánicas. Al menos eso parecía, pues al hacer impacto en un hueco que pudimos ver a la luz en la zona de la cabeza se quedó esa cosa inmóvil produciendo desde dentro un agónico chillido de dolor.

Se movía después con más dificultad, dando tumbos a un lado y a otro. Aprovechamos ese momento de confusión para sacar a los heridos, salir de ahí y bloquear la puerta.

¡Aún hay esperanza!

Durante la noche se escucharon más gritos por toda la facultad.

De nuestro grupo original quedamos cuatro. Nos hemos unido a los que han sobrevivido del grupo vecino. En total nueve.


-Día 6-

Volvimos a la 306 para buscar las armas y cargadores de los ahora fallecidos. Desde el ataque nadie había entrado allí. Solo quedaban los cuerpos despedazados. Faltan tres.

Creemos que las arañas se los han llevado con ellas pero…¿para qué?

Hay rastros de unos hilos por el suelo. Son metálicos.
 
Hemos descubierto que los chalecos que nos dieron al principio tenían un transmisor de posición. Ahora les resultará más difícil encontrarnos.


-Día 8-

¡Nuestra primera victoria!

Tuvimos un nuevo encuentro en los sótanos. Fue solo una criatura.

Sin nuestros chalecos, le costaba mucho más apuntar y abalanzarse sobre uno de nosotros. La rodeamos y disparamos en el sitio clave, haciendo que volviera a chillar y tambalearse.
El siguiente tiro fue definitivo. Tal pronto como la bala penetró, la criatura se desplomó en el suelo.

Parece que ese hueco está hecho con un metal más débil.

Fue llevada como trofeo a la zona central del centro, donde todo el mundo pudiera verlo. Se acercaron muchos curiosos.

Fue la primera vez en todo este tiempo que vi a mi compañera sonreír. A partir de ahora al nombrarla la llamaré Ella.


-Día 9-

Accedemos a la petición de un grupo de veteranos de examinar el cadáver. Podríamos entender mejor a qué nos enfrentamos.

Seguimos encontrando provisiones en el mismo sitio. Alguien entra y sale sin ser visto. Hemos puesto guardia en la zona.


-Día 11-

Las arañas han sido mejoradas.

Estaba con Ella por la segunda planta cuando fuimos atacados. Eran cuatro esta vez. Una trepando por la biblioteca, otra en las columnas centrales y las otras dos en el mismo pasillo.

Se escuchó un mecanismo del interior de la que estaba en la columna y empezó a abrirse un hueco en su parte superior. ¡Le habían puesto una torreta a ese maldito bicho!. Nos tiramos cuerpo a tierra justo a tiempo antes de que empezara a disparar.

En cuanto sonaron disparos empezaron a llegar refuerzos. Conseguimos un tiro certero  en la que trepaba por la biblioteca, que cayó al vacío en cuanto empezó a tambalearse.

Mientras apuntaba a la que portaba la torreta, pude verlo. Las lentes fracturadas indicaban que fue la que
nos atacó la otra noche.

Las otras dos restantes sacaron sus respectivas torretas. Fuimos masacrados.

Cuando vieron que dominaban la situación guardaron el arma y pasaron a cuerpo a cuerpo. El pasillo se convirtió en una carnicería. Cuerpos agonizando por las heridas y vísceras y sangre repartidas por todas partes.
 
Una de las arañas intentó abalanzarse sobre Ella. La empujé y me agaché para evitar la pinza. Rodé hasta un lado cuando agachó la cabeza para cortarme con las cuchillas. Me acorraló contra la pared pero de pronto escuché un disparo y la criatura se quedó inmovil agonizando. Ella había cogido mi arma y disparado por detrás a la criatura. Era el momento para poder huir.

Los nuestros se veían cada vez más mermados en número y no parecía que fuéramos a tener buen final si nos quedábamos allí.

Ahora mismo la mayor parte de los supervivientes estamos en una de las aulas del sótano, aquellas donde hacemos habitualmente los exámenes. Estamos vigilando entradas y salidas. La única forma que pueden entrar es por las puertas.

Son demasiado grandes para los conductos de ventilación.

Estoy en un lado de la sala, recostado en un par de mesas con media pierna vendada. Cuando salimos de la trifulca me di cuenta que tenía el pantalón empapado en sangre. Las patas de esa cosa me han hecho cortes, no demasiado profundos, en la pierna derecha. Espero poder moverme bien en un par de días.

Hay más personas heridas. Algunos tienen miembros amputados. Otros parecen estar inconscientes.

Comenzamos dos mil personas. En esta sala puede haber unas cuatrocientas personas.

Ella no se ha despegado de mi en todo este tiempo. Ha sido quien me ha cosido y vendado las heridas más graves. Está sentada en una silla, en una mesa cercana a la mía, con la cabeza echada sobre los brazos durmiendo un poco.

Será mejor que haga lo mismo. Espero no tener esta noche ninguna sorpresa.


-Día 13-

Hemos encontrado muertos a los guardias que pusimos en el punto de recogida de suministros. Cada uno con signos de lo que parece ser una picadura o pinchazo de algo en los tobillos. No se escucharon disparos provenientes de aquel lugar en ningún momento. Encontramos el nuevo envío junto a los cadáveres.

Han estado repartiendo armas. Fusiles y cargadores para el que no tuviera, además de tuberías y llaves inglesas. Han repartido también unas bolsas con bolas de pintura en el interior. 
Con las mesas han formado unas barricadas en el exterior de las salidas del aula.

Han traído ordenadores de los pisos superiores. Hemos entrado en la red de cámaras de seguridad del centro. Tenemos visión total de la zona.

Los grupos de robótica fueron a echar una mano a los veteranos con los cadáveres de arañas.

Se ha comenzado a hablar de explorar los laboratorios. La mayoría rechaza la idea pues lo toman como algo suicida. El grupo que fue allí en los primeros días no ha vuelto y no hay constancia de que sigan con vida. Aún así han decidido averiguar qué está pasando en esa zona, ya que si conseguimos entrar en al menos una de las naves, tendremos más recursos con los que defendernos.

Han organizado un equipo de diez personas. Partirán en dos días.

El líder del grupo de veteranos ha dicho que por la mañana harán un anuncio importante.

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Comentario del autor
El relato continuará con una segunda parte si el público así lo pide, ya sea en comentarios o en los "me gusta" que ofrece esta plataforma.
De esta forma intento, aparte de ver la respuesta de los lectores, ofrecer una lectura más corta y, por tanto, menos pesada que si ofreciera la historia completa de una sola pasada.

lunes, 7 de enero de 2013

Danza nocturna

Esta ultima semana me vi obligado a hacer un largo trayecto por asuntos de trabajo, mas no fue extraño lo ocurrido en la ida, sino es en la vuelta donde radican mis ultimas noches en vela.

Los recuerdos no me dejan descansar, la cabeza me va a estallar y mi fatigado cuerpo duerme cuando tan solo puede caer agotado contra el suelo. No entiendo aún qué pasó.

El propio psicólogo me toma por loco, no cree nada de lo sucedido. Incluso lo toma por alucinaciones.
Al menos para los problemas de sueño me ha recomendado escribir en este pequeño diario lo ocurrido para que así pueda "volcar" lo que mi mente aún parece es incapaz de aceptar. Espero que funcione.

Volvía camino a casa por fin cuando, durante la tarde, comenzaron a caer algunas gotas. No me preocupé mucho, pues son frecuentes las lluvias ligeras por aquella zona. Lo que me sorprendió fue cuánto empeoró el tiempo en cuestión de un par de horas.

Cuando fue a más la tormenta que se estaba originando me vi obligado a refugiarme en un pueblo por el que pasaba cerca en ese momento. Allí al menos podría descansar un poco mientras amainaba la tormenta.

Era un sitio con pocos habitantes. Sus casas eran pequeñas, la mayoría contaban solo con la planta baja, donde posiblemente no residieran más de tres o cuatro personas. Fui buscando algún hostal o posada donde pudiera parar a tomar algo.

El hecho de que mi destino era uno de los edificios más grandes del pueblo ayudó a que acabara entrando en la que parecía una de las pocas posadas que había en este lugar.

Por dentro era una gran habitación que, a pesar de la lluvia, seguía teniendo algún que otro cliente. Incluso entraban más, empapados, conforme se acercaba la noche. Noté que estaban un poco apagados. Alguna conversación en las mesas, pero ninguna sonrisa en el ambiente.

El mobiliario estaba desgastado por el paso del tiempo y había alguna que otra mesa a la que no le hubiera venido mal una pasada con un paño húmedo. Pero bueno, no era un mal lugar. Me sorprendió encontrarme un modesto escenario en la esquina más alejada de la puerta. Posiblemente para algún artista itinerante que pueda ganarse la cena a cambio de un poco de entretenimiento.

Desde dentro se oía cada vez más agua caer, incluso tronar como nunca había escuchado. Recordé la ultima vez que intenté aventurarme con una tormenta menor que esta y me dejó al menos tres días guardando cama. Así que, finalmente, y a recomendación del encargado de la barra, opté por quedarme esa noche a dormir. Los caminos en noches así no eran seguros y aún tenían habitaciones libres.

Había un tablón en la entrada al que no presté mucha atención al llegar. Alguien que vendía un animal de granja, otro que buscaba alquilar un carro o uno que se ofrecía para arreglar cualquier desperfecto del hogar eran algunos de los anuncios que colgaban. Sin embargo, me llamó la atención uno en particular, una actuación. Estaba escrito a mano por el propio tabernero, según me explicó luego él mismo.
Al parecer vendría esa misma noche a actuar un joven violinista. No era la primera vez que tocaba allí y atraía a mucha gente por su talento, por lo que siempre era bienvenido.

Llegó la medianoche y el local se había llenado considerablemente de niños, hombres y mujeres. Parecía que todo el pueblo quería ir a verlo. El tabernero hizo que retiraran las mesas y sillas del centro, donde pusieron una pequeña lampara de aceite. No entendí que uso tendría, pues la poca luz que daba apenas era suficiente para un escritorio. Cerraron también la puerta, echando un enorme tronco de madera a modo de cierre y siendo custodiado por dos de los hijos del tabernero. Parecía como si no quisiera que nadie interrumpiera la actuación, como si no quisieran que nadie entrara...o saliera.

Creo que me vieron nervioso, pues incluso me invitaron a una copa e intentó darme conversación un joven junto a la barra mientras esperábamos. Esta era la primera vez que él vería a ese misterioso violinista. Desde luego parecía más animado que el resto de personas. Daban la impresión de estar deprimidos o tristes. Menudos ánimos para escuchar a un músico.

Pasados un minutos, se hizo el silencio en la sala y tan solo se escuchaban unos pasos bajar la escalera.
Era un joven alto, de buen porte, delgado y pálido. Como si lo hubieran acabado de enterrar. Llevaba consigo un pequeño estuche de madera, donde supuse que traería el instrumento. Pasó por detrás mía y una sensación fría me recorrió la espalda.

Mientras subía al escenario el tabernero me aviso que participara solo si me veía capaz, el violinista tiene un "toque" especial en sus actuaciones. ¿Pero capaz de qué?¿Qué era eso de un "toque"?

Algunos se quedaron sentados en las sillas, junto a los niños. Otros, sobre todo hombres, se pusieron en el centro, alrededor del candil. Por lo pronto preferí mantenerme un poco al margen y me senté cerca de la barra mientras algunos muchachos apagaban las luces de la sala.

El violín a simple vista estaba muy gastado, se veía muy viejo. Creí ver unas inscripciones en los laterales del mismo, pero no estoy seguro. El arco que usaba se le veía incluso algunas cerdas rotas. Aún estaba extrañado sobre el material que usaba ese "afamado" violinista.

En el momento que posó el arco sobre el violín, dijo unas oraciones en una lengua que desconocía y empezó a tocar. De pronto, la débil luz del candil tomó fuerza y brotó inundando toda la sala. Nuestras sombras se proyectaban confusas en la pared. Casi caigo al suelo del susto. Al menos no fui el único sorprendido. El joven con el que hablé antes se encontraba en el centro del lugar maravillado por lo que acababa de ver. No esperaba algo así de un simple violinista. Aunque ya comprobé que éste no lo era.

Mientras tocaba, su expresión seria y su actitud formal se transformaron completamente. Ahora mostraba una sonrisa y no paraba de bailar. Aun teniendo el violín encima y los bruscos movimientos que hacía, no se equivocaba una sola vez. Nunca había escuchado ritmos como ese pero nos llamaba a todos a bailar. Tenía un... ¿toque?. Sí, sería eso a lo que se referiría el tabernero. Toda la sala estaba animada. Los niños daban palmadas y en el centro todos estaban a la par que el músico. Lo que antes era un apagado local de caras tristes ahora era toda una festividad.

Al menos ya me estaba relajando un poco y me propuse ir al centro con los demás. Aún no entendía porqué las madre no dejaban a sus hijos entrar en ese circulo central.

Cuando me levanté vi algo que me horrorizó. No cabía en mi mismo. Su sombra, su propia sombra estaba bailando de otra forma diferente, ¡como si tuviera vida propia!. A los que bailaban les empezó a pasar lo mismo. Estaba a mitad de camino para entrar en el circulo, paralizado por lo que estaba viendo. Intenté girarme y vi que mi sombra, ahora estaba proyectada en la pared. Intentaba empezar a bailar.

El joven me vio ahí petrificado, sin saber qué hacer, y de un tirón me metió dentro del circulo. Estaba asustado, dando saltos, mirando a todos lados. Tan solo veía sombras por todos lados. Ya no distinguía a la mía.

Pensé que me lo habría imaginado, a causa de la bebida o el cansancio, y bailé con los demás. Preferí no darle importancia. Notaba una extraña sensación que me recorría incitándome a continuar.

Creí escuchar dos violines a la vez cuando volví la vista al violinista de nuevo y confirmé que no eran imaginaciones mías, ahora creía con certeza que me estaba volviendo loco. Su sombra se había separado del cuerpo y estaba junto a él tocando su propio violín, negro como el azabache.

Intenté avisar a quien estaba a mi lado pero se me cayó encima. Tenía los ojos en blanco y no se le proyectaba sombra alguna. Uno a uno de los que estábamos en el circulo fuimos cayendo al suelo, a la vez que se iba llenando el lugar de espectros que continuaban bailando lo que sus antiguos dueños.

Intenté salir corriendo de ese circulo de brujería, pero en cuanto llegué al borde tan solo recuerdo despertar pegado al techo, mirándome a mismo tirado en el suelo. Me inundó por dentro un sentimiento que me empujaba a bailar con los demás y vi al resto de sombras.... en el centro al rededor del candil... ¡siendo los únicos iluminados por su luz!. ¡Eso es! A los que estaban sentados no les llegaba apenas luz suficiente. No al menos tanta como los que bailábamos. El caso es que me sentía ligero, muy ligero y...feliz, pero era una felicidad extraña, no sabría cómo explicarlo pero cada vez quería más, que nunca acabara.

Desde luego no sé si me volví loco....espero que no...pero creo que volvería a repetirlo.

El sonido de los instrumentos inundaba el local, cada persona que se introducía a bailar con las sombras caía presa de ese "hechizo".

Todo esto duró hasta que los primeros rayos de luz de la mañana empezaron a entrar por la ventana. Rápidamente, el violinista, con una última canción más lenta, mientras volvía a pronunciar palabras en ese misterioso lenguaje hizo atenuarse la llama del candil hasta consumirse y hacer volver a su sombra a su lugar original. Y con ésta, las demás siguieron el ejemplo, volviendo a sus respectivos cuerpos.

Mientras despertaba pude ver que una de las rezagadas no podía volver a su cuerpo. La luz de la mañana cubría ya a su propietario y sonaba un chillido animal cada vez que la intentaba atravesar.
El violinista, serio y frío como un tempano de hielo de nuevo, fue a prisa a tapar la luz con una capa que había junto al cuerpo para que éste pudiera despertar.

Al despertar me encontraba mareado, confuso y con un mar de dudas. No podía siquiera levantarme. Vi a algunos que incluso estaban vomitando. El tabernero se alegró que hubiera podido aguantarlo, pues los más jóvenes no lo suelen pasar muy bien cuando despiertan, y menos aún siendo la primera vez.

Según parece llevaba tiempo sin venir. La ultima vez un chico no pudo resistirlo y otro perdió su sombra.

¿Y qué pasaría si pierde su sombra? La sombra es donde se aloja el alma. Donde con esta música, uno se une y se encuentra consigo mismo, donde puede limpiarse de todo lo negativo, donde puede ser feliz.

Al menos eso me explicaron mientras me llevaron a la cama, estaba sin fuerzas. Me tranquilizaron diciendo que es común al principio. A la mañana siguiente volvería a estar bien.

Y así fue. Al día siguiente me encontraba increíblemente bien, además de encontrarme extrañamente alegre. No recordaba cuándo fue la ultima vez que pasó eso.

Bajé a pagar lo que le debía al tabernero y preguntarle sobre el misterioso personaje de la noche pasada, pero éste decía no saber nada de lo ocurrido. Aseguraba que todo fue como siempre, una noche tranquila. En el tablón no estaba el anuncio. Uno de los clientes que estaba allí desayunando recordé haberlo visto la noche anterior y ahora no sabía tampoco sobre qué le estaba hablando.

Eché un último vistazo a la taberna antes de irme. No era la misma. Se respiraba un ambiente más alegre. Los clientes sonreían. Incluso yo al marcharme lo hacía.

Cuando volví a casa todo fue diferente. Me pasaba el tiempo pensando en lo que allí ocurrió, buscando una explicación. Ahí empezó a ocupar mi mente, a no dejarme pensar en otra cosa.
Incluso he intentado volver al mismo sitio, pero dicen no saber de lo que hablo.

Siento como si algo en mí quisiera volver a experimentar eso, esa sensación que sentí en aquel momento que parecía casi....adictiva.

viernes, 8 de junio de 2012

La travesía de Charlotte

No sé qué tiene de especial esta carretera, falla un poco la iluminación, alguna curva poco deseada, pero una carretera como otra cualquiera en esta zona al fin y al cabo. Aún continúo preguntándome por la veracidad de aquella historia.

Me dirigía rumbo a ver a mi prometida a la capital, como cada semana, en un antiguo coche de segunda mano que pude conseguir en un taller cercano a casa. Nos separaban al menos tres pueblos que debía atravesar, pero no me importaba. Tras tantos años era ya algo a lo que me acostumbré y acepté como precio por verla. Además, quedaba poco para la ceremonia y tras ésta, compartiríamos un hogar definitivamente.

A mitad de camino pude observar que más adelante parecía haber ocurrido un accidente, por lo que la habían desviado por otras carreteras alternativas. Para mi desdicha salí por error en una de las salidas anteriores a la que debía.

Minutos más tarde llegué a la entrada de un pueblo, el cual parecía un tanto dejado (desconocía el nombre, pues no quedaba ni un cartel sano). No parecían vivir muchas personas en aquel lugar. El suelo estaba a medio asfaltar, como si un día lo hubiera estado, pero de hace tanto que el tiempo hizo lo que le vino en gana con él.
Había también un notable salto generacional, tan sólo vi algunos ancianos con una agria mirada en sus porches y algún que otro niño extraviado jugando con su pelota o siendo reprendido por su madre, ya en entrada edad.

Me percaté que el pueblo daba lugar a numerosas salidas, pero ninguna me daba la suficiente confianza como para aventurarme. De forma que me dispuse a dirigirme a algún lugar donde poder parar a pedir indicaciones y, de paso, tomar un café.

Paré frente al que parecía la única taberna del pueblo. Al entrar pude ver a un grupo de ancianos discutiendo junto a la barra. Según parece quejándose de un robo ocurrido hace unos días.
El tabernero creo que fue la persona más joven que vi en aquel lugar, y no parecía tener menos de cuarenta años.

Pedí un café y, mientras lo preparaba, le pregunté si conocía algún camino para ir al siguiente pueblo y así continuar mi viaje. Pensativo, me dijo que tendría que dar un rodeo demasiado extenso, tardaría al menos tres horas de viaje (mucho más de lo que dura el viaje completo).
Pregunté si no conocería alguna otra ruta o carretera que fuera directa a la capital, pues me estaban esperando. A lo que me respondió que llevaba poco tiempo allí y esa era la ruta que conocía mas corta.

Con la ultima pregunta noté que los ancianos dejaron de discutir y se pusieron a susurrar entre ellos. Al poco, mientras me tomaba el café, se me acercó el que parecía el más anciano y me dijo, en voz baja y con un tono preocupado, que él conocía una ruta ya sin transitar con la que podría llegar a la ciudad en algo menos de una hora, pero tenía cierto peligro. Era perfecto, tendría que conducir de noche, pero bueno, no iba a ser mucho tiempo.

Tras el café, salimos a la calle y me indicó, como allí la llamaban, "La travesía de Charlotte". Según me comentó, para todo el pueblo esa era una ruta maldita, pues hubo un día, cuando en el pueblo habían mas jóvenes, que allí murió una chica llamada Charlotte, una extranjera que llegó por amor a estas tierras. Un muchacho de este pueblo la trajo consigo después de un largo viaje en el extranjero visitando a parientes lejanos.
Se veían muy enamorados, incluso se prometieron a los pocos meses de llegar, llevando ambos el pañuelo blanco en la muñeca como es costumbre en estas tierras cuando uno da tal paso.
Pero ella no eligió correctamente a su pretendiente pues éste era acostumbrado a la bebida, cosa que acababa sufriendo cuando volvía a casa, pues no sería la primera mañana que la panadera veía algún hematoma en su pálida piel. Aun así, ella lo seguía queriendo, no le importaba.

Llegó el día que descubrió que él frecuentaba alguno de los diversos burdeles de la zona, tenía compañías nocturnas de alguna que otra antigua amistad, derrochaba dinero en el juego, tomaba sustancias poco recomendables...y ella no aguantó más.
En cuanto aquella noche volvió a casa, oliendo de nuevo a perfume barato, ella tiró y pisoteó el pañuelo en el suelo con rabia ante él, gritando entre lágrimas cada uno de los reproches que se guardaba para sí y amenazándole con que se iría de allí en cuanto pudiera. Mas él sin mediar palabra, cabizbajo y bajo los efectos del alcohol sacó, sin disimulo alguno, una navaja que utilizaba para despellejar las reses, apuntando al vientre de la mujer. Recogió el pañuelo pisoteado y se lo tendió en la mano, a lo que tuvo que volver a ponérselo entre sollozos ante su cruel sonrisa.
La obligó a caminar por el camino donde solían pasear los primeros días, justo al final de una empinada cuesta que daba a un gran abismo. De pie ante el mismo, la abrazó y le dijo, mientras notaba punzadas en la espalda y la sangre correr, que si no era suya, no sería de nadie.
Tras este deleznable acto la lanzó como un animal al vacío, no sin ella arrancarle trozos de piel y camisa en un último intento de no caer.

Días después, este individuo se encontraba sumido en la culpabilidad, no salía ni comía. Tan sólo encontraba consuelo en las bebidas que le llevaron a ese martirio. Finalmente fue a contar la historia al párroco del pueblo, en un intento de encontrar algún tipo de perdón. Pero de nada sirvió, continuaba deambulando sin rumbo de un lugar a otro en el pueblo, llorando y sufriendo cada noche.

Muchos vecinos, conociendo el caso, fueron a buscarlo una noche a su casa para llevarlo ante la justicia, mas cuál fue su sorpresa cuando al derribar la puerta no encontraron a otro si no al cadáver de ese desgraciado colgado de una soga, agarrando una nota, la cual decía "¡¡No se ha ido!! ¡Esta noche la vi deambular por los caminos! Si su ira es capaz de traerla del más allá, que Dios me ampare".

Y al parecer, desde el día que murió esa pobre muchacha, han tenido algunos percances en la zona donde fue asesinada. Hay quien dice haber visto a lo lejos la imagen de una mujer de oscura vestimenta y con débil resplandor, agarrando un pañuelo ensangrentado en una mano y con el  rostro lleno de ira, abalanzándose a algún curioso que se le acercó, dejando a la mañana siguiente un cuerpo sin vida, casi petrificado, frío como un témpano y con el rostro lleno de terror. Otros afirman ver a una anciana que con cándido rostro, advierte a los caminantes del peligro de la caída próxima y que, al poco, desaparece entre los árboles.
Algunos aseguran que intenta llevarse con ella a los prometidos que se encuentra, ciega de venganza por el daño causado, con la esperanza de algún día toparse con su verdugo.

Cuando el anciano acabó me advirtió también que si me decidía a salir esta noche por aquel camino, al menos me quitara el pañuelo de la muñeca. Le agradecí la información, pero no creo en esos cuentos de fantasmas y amo lo suficiente lo que representa como para quitármelo por una simple historia.
Aunque pareció sentirse un poco disgustado, lo aceptó y volvió dentro con sus compañeros, deseándome suerte en el viaje.

Volví al coche y me dispuse a partir.

Y volvemos aquí, donde sigo sin ver nada de qué alarmarse durante el viaje. Ya me imagino llegar al lugar de siempre, volver a ver su sonrisa y tomarla entre mis brazos. Espero que se haga corto el trayecto.

Ya me estoy acercando al "misterioso" lugar del que me hablaron donde, la carretera hace un giro suficientemente cerrado como para que un conductor con un par de copas de más se acabe lanzando al precipicio. Seguramente de ahí vendrán esas historias. Mejor voy frenando un poco, noto que estoy cogiendo demasiada velocidad. Un momento, ¿por qué está bloqueado el freno? y...¿qué es eso? ¡¿quién podría estar a estas horas caminando por estos caminos?!

No me digas que....maldita sea.....

sábado, 28 de enero de 2012

Eterno caminante

Porque yo sé que vendrá, aún mas ahora, cuando la realidad en si misma deja de cobrar sentido alguno, cuando no me quede más que un misero aliento para continuar, cuando tan solo quede la esperanza y la llama, una llama que no se apague, que consuma por dentro, que crea en su llegada.

Ya lo dijeron los "iluminados", aquellos que habían experimentado su presencia, que aparece en esos momentos donde hasta un golpe te parece parte de buena fortuna y pareces encontrarte día a día frente a un acantilado, donde por cada día que pasa aumenta exponencialmente el dolor o incluso en situaciones donde ves por causas ajenas tus propios intestinos por el suelo desparramados. Cuando llegan esos días en que vas a dormir deseando en no volver a despertar, no en esa realidad, nunca mas.
Llega el día en que aparece ante ti y de una forma u otra, todo es solucionado, todo es felicidad, todo es silencio, pero no a cualquier precio.

Unos llegaron a escuchar unos pasos, casi arrastrándose, otros afirman una suave melodía en el ambiente, pero todos confirman posteriormente lo mismo, una puerta, una luz, un vacío a través del cual emana ese ser esperado que te observa y te recoge, curando tus males y repeliendo a todo aquel que algo intente atentar contra ti o pretenda interceder en su labor, llevándote a través de ese misterioso portal de donde es él el único con potestad suficiente para cruzar con libertad.

No es segura su existencia. Algunos dicen que es producto de delirios del fin, momento en que cualquier cosa te vale por muy increíble que parezca con tal de que pare la agonía, ya que no ha sido solo una persona la que se ha encontrado con una sonrisa en la cara, con los ojos abiertos de par en par, con una mirada vacía, como si de un muñeco sin vida se tratase. Mas también se ha dado el caso de desapariciones a plena luz del día, de personas que escribieron todo lo ya comentado sobre ese extraño ser justo antes de desaparecer y encontrar solo su escrito en el lugar de la desaparición.

Cada segundo que pasa, siento esa presión en la cabeza aumentar, no se cuanto tiempo más aguantaré. Ya apenas puedo mantenerme en pie.Tan solo espero tener fuerzas como para dejar constancia de estos momentos.

No sé si sera mi imaginación, pero creo ver un brillo que proviene de la entrada de la habitación...

domingo, 2 de octubre de 2011

Cambios

Algo curioso es el tiempo, la rapidez con que se nos pasa depende normalmente de la consciencia que tenemos sobre la propia existencia de tal paso en el momento que vivimos ese instante, de tal modo no le prestamos atención mientras estamos disfrutando de algo y se nos pasan las horas rápidamente.
Veámoslo desde un punto de vista presente, veámoslo como pasado, es decir, miremos atrás. ¿No es curioso cómo en, por ejemplo los últimos 3 años, han pasado tantas cosas? Es decir, te miras a ti mismo, miras a ese "tu" pasado, y ves muchas diferencias tanto físicas como psicológicas respecto a cómo eras en aquel entonces. Algunos para bien, otros para mal, pero cambios al fin y al cabo. Cambios que te hacen crecer en todos los aspectos. Quizás alguna perdida, quizás algún nuevo compañero o quizás alguien especial.
Sorprende ver cómo también en esos años recuerdas tantas cosas que has hecho que a veces piensas "¿esto fue hace tantos años? no, hace tantos +1" o cosas que has vivido en un año que no te cuadran que ocurrieran en el mismo.
En definitiva, ese "crecimiento" que tenemos es algo basado en el conjunto de experiencias que hemos vivido y que han hecho mella un poco en nosotros mismos. El cambio es necesario y al final llega por más que quieras o creas poder evitarlo, lo mejor es intentar aceptarlo y que afecte lo mínimo a la parte emocional, aunque ya sabemos quién es el que se tropieza siempre con la misma piedra.

viernes, 10 de junio de 2011

Destiny

Hace unos días me encontré con el destino y me dio un cuaderno diciendo "haz con él lo que quieras". Era un cuaderno pequeño con un cierre elástico, pero me llamo la atención el detalle de tener mi nombre en la portada.

Me contuve a leerlo mientras volvía a casa, pero mientras pasaba junto a un claro, no pude resistirlo y me tumbé sobre la hierba un instante a echarle un vistazo. Con nervios abrí el cierre, y observé que en cada hoja tenía una fecha y relataba algunas historias, realmente parecía un diario.
El corazón se me paro por un instante cuando llegue a la hoja que marcaba el día presente y comencé a leerla.
Lo que contenía esa libreta era ni más ni menos que las cosas que me habían estado ocurriendo toda mi vida.
Un poco asustado pasé las paginas siguientes. También estaban escritas. Estaba escrito TODO, cada nueva amistad, cada perdida, cada sentimiento, cada discusión... Aún me costaba creer cómo todo eso podía caber en esa pequeña libreta.
Me sentía aprisionado por las irrompibles cadenas del destino, que me llevaban por el camino que habían fijado. Sin poder escapar, sin poder huir.

Aunque...con ese destino "en mis manos" como estaba ahora, podría escribirlo como bien quisiera...

Saqué el lápiz y la goma que por suerte suelo llevar encima, y probé a escribir cualquier tontería para probarlo.

Al cabo de unos minutos, me quedé atónito cuando efectivamente un viajero con gorro verde paso junto a mí, justo lo que escribí.

Tenía el destino en mis manos, literalmente. Fue una sensación de poder absoluto, sentir esas cadenas romperse y no tener nada a lo que temer. Podría evitar cualquier mal, tener a quien quisiera a mi merced,... ¡no tendría por qué morir! solo tendría que escribirlo.

Pero pensándolo fríamente, saqué el mechero y prendí fuego al cuaderno.

Al menos, de esta forma cada día no sigue las pautas impuestas por un puño opresor y, la verdad, no quiero una vida prefijada por mi mismo ni por nadie más, ya que en la vida, como en los juegos, si haces trampas te acabas aburriendo.


Yo saqué mis propias conclusiones, sacad vosotros las vuestras sobre qué hacer si os ofrecieran tener un destino a seguir, o incluso poder manejarlo en cualquier momento.

lunes, 16 de mayo de 2011

V

–¿Quién eres tu?
–Quien... 'quién' es solamente la forma de la función 'qué' y ¿qué soy? Un hombre con una máscara.
–Sí, eso ya lo veo.
–Naturalmente. No me cuestiono tu capacidad de observación, simplemente señalo lo paradójico que es preguntarle a un hombre con máscara quién es.

[...]

-De eso se trata todo esto... te estás vengando por lo que te hicieron.
-Lo que me hicieron me creó. Un principio del universo es que cada acción provoca una reacción opuesta e igual.
-¿Así lo ves? ¿Cómo una ecuación?
-Lo que me hicieron fue monstruoso.
-... Y crearon un monstruo.